La organización, citada por la agencia de Naciones Unidas IRIN, señaló que desde febrero de este año ha registrado cerca de «cien casos de hombres desaparecidos después de ser detenidos en controles policiales o militares».
Aunque el Ministerio de Derechos Humanos iraquí reconoce haber investigado muchos casos de ciudadanos en paradero desconocido tras ser detenidos en dichos controles, dice que no ha encontrado pruebas que relacionen a la Policía con esas desapariciones, añade EFE.
Para el profesor y analista en cuestiones de seguridad de la Universidad Mustansiriya (este de Bagdad), Bakr Muhammad, aunque esos puestos de control deben «prevenir el terrorismo», sin embargo, «las fuerzas de seguridad no se están comportando bien con la población local».
Según Muhammad, esos casos están relacionados con la llamada violencia sectaria: «Los sunnitas temen pasar por los puestos chiitas, mientras que a los chiitas les pasa lo mismo en los sunnitas».
Por su parte, Ali Hassnawi, un alto responsable del Ministerio de Interior iraquí, intentó justificar la situación diciendo que «los oficiales de la Policía y los soldados solo detienen a aquellas personas de las que están seguros de que son un peligro para la comunidad», agregando que tan pronto como se prueba la inocencia de los detenidos son liberados sin someterlos a ningún tipo de tortura o humillación.
Por su parte, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) indicó en Ginebra que los iraquíes siguen huyendo sin cesar de la violencia en su país, y el número total de desplazados es estimado actualmente en 4,4 millones de personas.
Solo en el mes de mayo, reporta AFP, 86 388 iraquíes tuvieron que dejar sus hogares según las últimas estimaciones del ACNUR, que precisan que la mayoría de las poblaciones desplazadas vienen de Bagdad y sus alrededores.
A esta situación se añade que la víspera la agencia AP informó que la aviación estadounidense ha duplicado sus ataques aéreos en Iraq, comparándolos con los índices del año anterior, lo que refleja el incremento de la disponibilidad de aviones de guerra en los porta- aviones emplazados en el Golfo Pérsico, lo que implica un aumento de las bajas civiles iraquíes.
El coronel de la Fuerza Aérea Joe Guastella reconoció ese aumento significativo de los aparatos empleados y de las horas de vuelo en esas misiones para «presionar al enemigo».
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